Aumentarán el número de ventas pero no los precios de las viviendas.

Según los datos proporcionados por el Colegio de Registradores la semana pasada, el crecimiento medio de los precios de la vivienda se ha ralentizado en el segundo trimestre del año frente al primero; en concreto, desde un 7,7% hasta un 4,4%. ¿Quiere esto decir que estamos tocando techo? ¿O sencillamente nos encontramos ante una desaceleración puntual? plantea en esta tribuna José Luis Ruiz Bartolomé, quien recuerda que “desde que el mercado comenzó a darse la vuelta, allá por finales de 2013, el número de años de renta familiar que han de destinarse a la compra de vivienda han pasado de 6,3 a 6,9; lo cual es la consecuencia de un aumento sostenido de los precios frente a unos salarios mucho más estables. Este indicador, al que tradicionalmente se le ha dado mucha importancia, hoy día no tiene el peso de otros tiempos, dado que el precio del dinero se sitúa en la parte más baja de su historia. Con tipos de interés dos puntos porcentuales al menos más altos que ahora, el número de años se disparó hasta 9 en el apogeo del boom; lo cual indica que estamos haciendo bastante bien las cosas hasta la fecha. Mientras tanto, el indicador clave bajo mi punto de vista –esto es, el esfuerzo de compra medido como porcentaje de renta bruta destinado a compra de vivienda– está poco a poco subiendo sin romper el nivel en el que deberíamos preocuparnos, que según el consenso se sitúa en torno al 35%”

Respondiendo a la pregunta inicial que plantea explica que “hay que señalar que, en efecto, estamos alcanzando máximos de precios en las zonas del país donde el mercado se ha mostrado más dinámico en los últimos años. Y también que los que compraron con visión especulativa en 2013, 2014 y 2015 ya han realizado y capturado en buena parte el valor que acompañaba al riesgo asumido. Visto con perspectiva, los precios a los que se vendieron muchos activos al principio de la recuperación resultan en muchos casos irrisorios, aunque no lo eran tanto para los que tomaron el riesgo de invertir en un país al borde de la intervención. Vender esos activos con importantes plusvalías ha sido fácil en los últimos años, pero cada vez lo será menos. En el sector “ya no hay chollos, hay oportunidades”. “Al mismo tiempo, estamos viviendo una época dorada del alquiler en nuestras grandes ciudades. A la demanda local, más pujante que nunca, se une la vacacional. La rentabilidad por alquiler se sitúa en el 4,3%”.

“En resumen, la inversión en vivienda va a ir a más en la medida en que cada vez son más las familias que cumplen con los requisitos de solvencia exigidos por las entidades financieras, y son muchos los inversores que ven en el ladrillo una de las alternativas más rentables. Así pues, como ha pasado en este último trimestre, vamos a contemplar mayores incrementos de unidades vendidas que de subidas de precio”. “El precio, no obstante, puede tener comportamientos muy dispares según los mercados. (…) Sólo la intervención pública –o la relajación de criterios de la banca– podría modificar sustancialmente este pronóstico”.


(Expansión. Página 38. Media página)

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